Playa Jabilla en Guanacaste, es un ecosistema marino costero de 20km de longitud, donde la Naturaleza reintegra a su manera la basura producto de la actividad humana en forma para ella eficiente, pero introduciendo una serie distorsión ambiental en el gran ecosistema oceánico. Por ello viene a mi mente un sabio rótulo de nuestro sistema de parques: Usted sabe qué hacer con la basura, la Naturaleza no.
Al lado de una de las playas más bellas de nuestro litoral pacífico, la Madre estableció un centro de reciclaje total de basura, sin permisos y sin costo alguno para las poblaciones aledañas. Sobre la gran playa vierten sus aguas tres esteros y dos pequeños ríos, que arrastran todo tipo de basura indeseable: plástico, metal, vidrio e hidrocarburos; composición cada día más frecuente en nuestros litorales donde se depositan inexorablemente. Pero aquí, de manera singular, las corrientes de deriva litoral recogen los materiales en suspensión y los hace converger en una pequeña playa ubicada en el extremo norte del ecosistema costero, justo a 200m del basurero a cielo abierto que tiene la comunidad. Al llegar la basura sobre una playita de 100m de ancho, estas sustancias son impulsadas a chocar repetidamente contra la pared rocosa posterior, debido al severo oleaje durante la marea alta. Días después, los grandes troncos depositados durante la época lluviosa, en asocio con las filosas rocas expuestas por las marejadas, pulverizan los materiales hasta convertirlos en coloridos gránulos de pocos milímetros. Proceso de desintegración que es dibujado ordenadamente por partículas de diverso diámetro, que al depositarse sobre las arenas adyacentes, nos hablan de su historia y génesis. Estos gránulos son devueltos al mar igual que llegaron, pero durante la fase de marea opuesta, a través de la cual se integran a los fondos marinos como parte del sedimento que se mueve a lo largo del litoral, para integrarse después a las aguas oceánicas a través de las grandes corrientes marinas. En ese orden, nuestras basuras plásticas milimétricas, formarán parte de las aguas del Domo Térmico, para trasladarse luego hasta la costa asiática y confundirse en su viaje con las huevas de los organismos pelágicos.
Efectivamente, en los últimos cinco años se ha encontrado que el régimen de corrientes marinas superficiales del planeta, induce una acumulación gigantesca de plástico en el océano Pacifico, conocida como la 'sopa de plástico' con un tamaño dos veces el territorio continental de EEUU. Esta gigantesca superficie de basura, está formada por pequeñas partículas de plástico y consta de unas cien millones de toneladas de desperdicios. El corazón de la 'sopa' se extiende frente a la costa californiana, rodea Hawai y llega hasta Japón. El principal problema es que no se puede limpiar, porque hay demasiada distancia entre sus partes y el área total es inmensa.
Ella crece a pasos agigantados y se han encontrado partículas de plástico incluso a 30 metros bajo la superficie. En este enorme basurero, flotan todo tipo de objetos como cepillos de dientes, envases de champú y bolígrafos; sin embargo, la mayoría del plástico que acaba en el mar se desintegra en pequeños pedazos por efecto del oleaje y el sol, se mezcla con el agua y tiene apariencia de plancton. Los efectos de esta mezcla son devastadores para el hábitat marino, ya que toda la cadena alimenticia se ve afectada. Hay animales como el delfín y la tortuga marina que comen mucho plástico, pues semeja su comida, algo parecido al calamar o a las huevas de pescado. Días después mueren por inanición. Igual suerte corren los polluelos de infinidad de especies de aves marinas.
El reciclaje no es una solución sencilla, ya que cuesta más fabricar objetos de plástico a partir de material reciclado que hacerlo nuevo. Incinerar no es factible ya que se producen residuos tóxicos. La mejor alternativa es no usarlo: en Irlanda se implantó una tasa de 22 céntimos por bolsa que ha reducido su uso un 90% desde 2002. En Bangladesh, donde los plásticos atascaban periódicamente las tuberías de desagüe, su uso está prohibido desde el 2004.
Tampoco sería correcto sustituir las bolsas de plástico por bolsas de papel, puesto que se estaría cambiando un problema por otro, en ese caso la tala de árboles. ¿Y entonces qué se puede hacer? Pues ir de compras llevando nuestras propias bolsas, preferiblemente aquéllas de tela o mecate que usaban nuestras abuelas. Una solución simple y práctica.